En la Feria del Libro de la provincia de Las Tunas, en el oriente de Cuba, se presentó mi libro Hacia el reino del silencio sobre mi recorrido por África, y me limito a publicar las palabras de presentación del colega Raúl Estrada Zamora, en la Casa de la Unión de Periodistas de Cuba.
Amigos:
Como la Unión de Periodistas de Cuba en la provincia de Las Tunas había anunciado, hoy realizaremos un viaje "Hacia el reino del silencio". Por suerte, no necesitaremos visas, ni pasaportes, ni engorrosos trámites aduaneros; ni recorrer enlodados o polvorientos caminos, cualquier día, y a deshora, soportando muy bajas temperaturas o ahogándonos de calor.
No correremos tampoco el riesgo de rompernos la vida desde un precipicio; ni nos acechan el VIH sida, la malaria, el veneno de las víboras o el ataque de otras fieras. Ni siquiera tendremos que alejarnos de nuestras familias y llorar a solas por el hijo que nos aguarda a miles de kilómetros de ausencia, o la madre que se muere cuando estamos tan lejos.
Todo esto, y más, ya lo hicieron por nosotros el realizador de sonido José Luis Blanco, los periodistas Armando Santana Martínez y Miguel Díaz Nápoles, y el fotorreportero Ahmed Velázquez, fallecido en plena juventud y en el momento cumbre de su hacer profesional, y para quien solicito un breve silencio, a modo de homenaje.
Muchas gracias. Sigamos viaje "Hacia el reino del silencio", un conjunto de relatos dolorosos, tiernos, duros, dramáticos, luctuosos, simpáticos o terriblemente conmovedores, todos muy humanos, e hilvanados con un concepto tan alto de la armonía, que provocan en el lector la sensación de encontrarse frente a una inmensa composición fotográfica, en la cual luces y sombras, lo panorámico y los detalles, garantizan un sorprendente equilibrio.
El centro de interés de la obra es la colaboración médica cubana en tierras de África, pero, inevitablemente, quedan a foco las tragedias en que el colonialismo y el capitalismos salvajes han sumido a las naciones subsaharianas, y en especial a sus niños, amenazados, aun antes de nacer, con partir, rápida e inexorablemente "Hacia el reino del silencio", víctimas del hambre, los conflictos armados y diversas enfermedades curables.
Se trata de un libro escrito por Miguel Díaz Nápoles e ilustrado con fotografías tomadas por Ahmed Velázquez durante una breve misión periodística que cumplieron en 2001, junto a José Luis Blanco, Armando Santana y los 154 médicos y paramédicos cubanos ubicados hasta en los más inhóspitos parajes de Ghana. El texto fue editado por la Editorial Pablo de la Torriente, de la Unión de Periodistas de Cuba.
Redactada con lenguaje ágil y ameno, la obra nos lleva de un velorio tradicional a una fiesta, de un día tan triste, como en el que se recibió la noticia de la muerte de la madre de Santana, a un reencuentro con la patria en la distancia, que hace decir a Miguel: "Es bueno estar tan lejos del país y convertir en un pedazo de Cuba cada lugar".
Abre el lector el libro en una página que desborda alegría por una exitosa intervención quirúrgica, o porque alguien recibió una gratificante noticia desde la añorada Isla, y unos párrafos más adelante todo se vuelve luto, a causa de la muerte de una joven de apenas 20 años, enferma de SIDA y pidiendo ser salvada, o el autor nos reitera que "El niño es el verdadero dolor de África".
O sale uno de la coronación de un rey departamental, relatada con todo lujo de detalles sobre centenarias, desconocidas tradiciones, y a los pocos minutos ya está sumido en la increíble aventura de un niño llamado Louis:
"Louis, pequeño de cinco años, lleva casi dos meses ingresado en el hospital de Ho. No es porque esté enfermo, pues su dolencia ya ha pasado, sino porque sus padres no tienen dinero para pagar los gastos de su atención en el centro asistencial. No podrá salir de ahí hasta que sus progenitores lleguen con el dinero, aunque durante todo este tiempo no han podido reunirlo; por el contrario, la deuda sigue creciendo."
Si cito esos ejemplos, es solo para resaltar el valor humano de esta obra, escrita además con un absoluto dominio de diversas herramientas del lenguaje, como el manejo de los tiempos y los modos verbales, y las personas gramaticales, en busca de darle ritmo, color y movimiento a cada relato.
Estoy convencido de que la publicación de "Hacia el reino del silencio" pone en su justo lugar la heroica labor del personal de salud cubano en decenas de países del mundo, y la abnegación y capacidad de nuestros periodistas para profundizar con profesional altura en las más complejas historias humanas.
Si alguien me preguntara respecto al texto en sí mismo, para ubicarlo dentro de un género determinado: "¿se trata del llamado nuevo periodismo?, ¿es periodismo literario?, ¿es literatura?"; me limitaría a decir: "Es periodismo del bueno".
Y le daría las gracias a Miguel, no solo por este excelente libro, su primer obra escrita, sino además por constituir un ejemplo de superación profesional, desde que ingresó como humilde fotograbador al Periódico 26 y se hizo, fotorreportero, linotipista, chofer y redactor, para luego transitar hacia el radioperiodismo, el periodismo digital, la docencia universitaria, la maestría en Ciencias de la Comunicación, para solo mencionar algunos datos de su abultado currículo.
Debe de ser la conjunción de tan diversos saberes lo que ha permitido que "Hacia el reino del silencio" nos provoque la sensación de estar frente a una magnífica fotografía.
Muchas gracias, Miguel.
Muchas gracias por su presencia, compañeros.